
Luis Fernando Cuartas nació en Bello, Antioquia, Colombia, en 1956. Es miembro fundador de la Revista de Poesía Punto Seguido. Es Cofundador del espacio poético Laberinto Lunario. Algunos de sus poemas han sido publicados en periódicos y revistas de Colombia, Estados Unidos, Francia y Suecia. Entre sus libros, aún no editados, se encuentran: Delitos del paraíso; El libro de los objetos con ojos; y La luna de los lunes.
AL POETA, AMIGO ARMANDO FUENTES.
Las piedras se han tallado en esas finas lajas que se
desprenden deltecho oscuro de las cuevas de los guacharos. Todo un tratado
defilosofía yace en esas grutas. No existe un Platón que nos atestigüeahora si
esas sombras son los lunes rotos, las últimas pesadillas delsol dominical o las
partículas del silencio en un amanecer lunar.Piedras tan aéreas como una cabra
en pleno parque contemplando lacatedral de arroz, animales azorados por el
miedo, tratando de escupirlas hierbas rojas que le han dado su condición de
vuelo. Piedras tanazules que el mismo firmamento se convence de que son nubes
quecaminan, haciendo croquis de heresiarcas, cumpliendo la dulce y tercatarea de
abrir caminos en las noches sin estrellas. Ahora lo vemos,con el picapedrero de
su corazón, maquinaria celeste, que a punta degolpes certeros la sangre se
vuelca a borbotones por cada callehablada, por cada agujero escrito en el
socavón del tiempo. Tal vez lohemos presentido ausente, tal vez creamos que su
entierro fue real,pero no nos hemos dado cuenta a caso, que su respiración
persiste comoun cuerpo de arena que vuelve a convertirse en roca, esas
blancasrocas lunares, esas crepitantes joyas cerebrales que recubren suspoemas
de audaces estalactitas en la gruta insomne de sus iniciadospasos. Pero él
también es agua. Gotera cáustica y sombra de humedadesen la hojarasca de
su silenciosa selva. En él llueve los viernes y seacechan ríos cada temporada
sabatina y libre. La humedad del llantoíntimo, un arco iris en la sombra, el
paraguas como único arcabuz, lasaliva como un licor de un errante y viejo sabio.
Quedan en él esosresbalosos textos, esas aguas de escritura, naufragios y
fragmentos deislas, cascos derruidos de embarcaciones flotantes en las
espesasaguas de un país sin brújula. También es la lengua erizada de unallama,
breve y mordaz metáfora de lo inflamable y de lo ígneo. Condestrezas de un
goliardo medieval, en medio de las montañas con susgritos de tierra y sus
cortezas milenarias, estampidas de volcán ylava furiosa, salen de la salamandra
expuesta entre los dedostemblorosos que forman las velas cuando incendian todo
pensamiento. Elpoeta esta vivo, aunque algunos hayan querido silenciar la
carcajadaal viento, pintar de miedo y de olvido su memoria, y querer bajo
elhorror atrincherar a los poetas que han conocido junto con él, laardua labor
de convertirse en pastores de abismos, en transeúntes dela vía láctea o en
simples embriagados de soles y de lunas. Con sucometa mística, con lo más
terrenal y sórdido que puedan tener losángeles sin alas, con lo más exaltado y
pasional que se pueda permitirun niño ebrio, el poeta sigue con nosotros
buscando la piedrafilosofal en la pupila de las manos y en el tacto de sus
ojos.
Luis F. Cuartas.
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